martes, 9 de febrero de 2010

Pequeña égloga del hombre y la muerte (poema experimental de estilo clásico) (2009)

Estaba el hombre sentado en su lecho
mirando hacia la nada blanca de la pared.
Sus piernas cruzadas estaban,
y su mente, rindiéndose a merced
de un destino rudo, siempre al acecho.
Vidas que por él cruelmente pasaban;
por él vivían, y de él comían
el plato amargo de la desilusión.
(Sin contar la ocasión
donde la felicidad se sobreponía).
Eran simple y llanamente vidas
con sus venturas y desventuras;
que tenían que ser vividas
sean éstas cómodas o duras

HABLA EL HOMBRE
Desdichado sea el día
en el que vine a este mundo fiero.
Más maldito el día de mi concepción.
¡Pero no deseo morir! Tan sólo quiero
que no se me pase tan rápido la vida.
Aunque algún día, con resignación,
Deberé irme de aquí.
Suplicando no gano nada,
tal vez una cachetada
comprobando que no hay nadie por allí.
Es una réplica sin fin
Estoy solo, pero acompañado
de mortales, que igual que a mí,
nos ponen en un impredecible juego obstinado.

Yo remito a un sujeto tácito, pero,
¿quién es ese sujeto?
¿Qué mano hay detrás de todo?
Dolorosamente reflexivo, me meto
en el profundo terreno del desespero.
No podrá ser de otro modo,
Sea como sea, bajo el impenetrable lodo
la realidad irreal funciona.
Sin embargo, muerte mandona,
¿no te contentás con ser poderosa,
que además debés demostrar tu poder
con nosotros, pobres mortales
que debemos pagar por tu deber?
Contestame, muerte laboriosa.

HABLA LA MUERTE
Callate, hombre, no sigas hablando.
Tu habla es tu perdición,
te lo dice una confidente
No hables a la sinrazón,
no acostumbres a ir rogando
a los ángeles prudentes.
¿Qué te sucede, mortal
que crees tener el derecho
de vagar por el mundo, deshecho,
culpándome de todo tu mal?
Ensuciando mi imagen gratuitamente,
cerrándote a la realidad
de que si yo no estuviera
menos existiera la gente

Yo soy la muerte, pero también la vida
Soy el silencio, pero también el ruido
Soy lo que permite que estés despierto,
y que estés dormido.
Mi buena reputación sea bienvenida
ya que no puede haber vivos sin muertos
Te preguntarás si es todo esto cierto
lo que me atrevo a decir, tan en mí confiada.
¿Quién puede ser más experimentada
en las cuestiones de nuestro universo?
Autoridad son mis versos
y llenos de ancestral sabiduría.
Pero, viendo que seguís disperso,
procedo a justificarlo con maestría

Pensá que la vida no tendría valor
si no fuera porque corta es
¿Quién valoraría algo que nunca acabara?
Nobles son las mentes en la vejez,
Que admiran a los años dorados con primor
¿Los admiraría si estos no terminaran?
Además, ¿quién te creés para matar?
Porque cuando vivís, estás matando,
ya que ocupás el lugar de alguien, conquistando
una empinada y azarosa pendiente.
Imaginá, sin hacia adentro mirar
si viveras eternamente.

¿No cometerías un cruel asesinato,
comiendo, bebiendo, durmiendo
en lugar de alguien más?
En el mundo no hay atuendos
para inmortales beatos (1)
Así que callate, no hables más.

(1) En este caso, se retoma el significado latino de Beatus, “feliz”

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